5 de diciembre de 2024

Sobre 'm-Talá' (2000), magnum opus de Chus Pato, reciente Premio Nacional de Poesía 2024

 

Portada de la edición de Ultramarinos de 2022 que incluye m-Talá

El lenguaje nos contiene, al modo del Shakespeare de Bloom o la revelación programática de Wittgenstein, pero el relato que urdimos en base a ese lenguaje nos abre al mundo. Una existencia léxica, entonces, y no siempre ordenada, en la que nombrar no es clausurar, sino un batir de alas que dará sentido a lo que invoca la lengua, posible en su discernimiento. En esta construcción imaginada, en esta moneda cuyo cuño se borra en silencio al pasar de mano en mano –la metáfora es de Mallarmé–, el ejercicio del lenguaje, lo material, la producción de la lengua, hoy se relaciona, y la autora lo sabe en conciencia, con el Capital, el poder, la instrumentación y los usos utilitarios de la misma. Y tiene fecha, u origen, en los diferentes debates sobre la capacidad de la lengua para significar, y más aún en pleno año 2000, con el cambio de siglo (y de milenio, si se quiere), que es donde se ubica m-Talá, la obra maestra de Chus Pato (Ourense, 1955), flamante Premio Nacional de Poesía 2024. Donde la memoria, trabajada en palabras, vendría a ser aquello, moderno por antiguo, que nos suena, porque así fue siempre, cuando dioses y hombres diferían entre sí por el solo factor del tiempo. El poema, mientras tanto, se traduce como el resultado del aprendizaje universal de las relaciones causales desde las estructuras estéticas; una forma más allá de lo discursivo que atenta contra las normas que la lengua genera en su puesta en acción antes de devaluarse, y donde caben leyendas, relatos, sueños, conversaciones, epifanías y la cultura como vía de amistad y convivencia. Todo esto respira en este libro fundacional, esencial, de la poeta gallega, y que la editorial Ultramarinos publicó en 2022 con traducción de Gonzalo Hermo y prólogo de Alba Cid dentro de un ambicioso proyecto de publicación en marcha de su Poesía Reunida –en su lengua original lo editó Ediciones Xerais en el citado año 2000–, que a día de hoy va por el Volumen VII, en el que se incluye Sonora, libro-motivo del galardón.

            Y aunque tengamos efectivamente el libro entre las manos –no, aquí no decimos mentiras– como una asunción del presente, m-Talá supone un regreso (“madre”, veremos a solas escrito en las últimas páginas), que a su vez es un arte poética para el siglo venidero. Un viaje, en cualquiera de los tres casos, a los instantes de lectura donde nos encontramos con el poeta de vitalidades Lois Pereiro, un lúcido ensayo sobre el desplazamiento del poema que bien definiría todavía la encrucijada del arte contemporáneo o el cuerpo de Erzsébet Báthory, condesa sangrienta que Pizarnik elevó a protagonista en un relato. Así, Chus Pato nos invita a leer de otra manera, hasta hacer de la lectura una experiencia estética, hilo rojo de las adversidades, conjugación de lo plural, acopio del virtuosismo. Sin darnos cuenta, estamos ya en lo patiano: una virtud para y con la lengua que podría ser azar como quisieron los surrealistas pero que en ella vira hacia un lugar sapiencial, humano siempre, y bello o crudo o intertextual o revelado, y donde el lenguaje es experimentado como espacio de conocimiento con un alto sentido de la estructura y forma en que éste se dota y discurre. En esta dirección, cabe recalcar la polifonía constante, de los textos añadidos unos a otros como si fueran injertos a los diálogos en forma de pequeñas piezas teatrales, que no hacen sino enriquecer dicha experiencia lectora en camino a una concepción maleable del idioma. Todo gobernado por una sensibilidad que atesora los límites de la dicción, y una audaz inteligencia que se pone de relieve justamente en la conjugación de dichos materiales dispares. Que la estirpe principal del desacato la conformen Artaud, Lautréamont, Kafka y Rimbaud –póker de malditos–, pero que el espacio intocable, definitivo, gracias al cual nos es posible seguir las huellas, sea para las mujeres y para la historia de las mujeres, protagonistas en prosa del alma revolucionaria que exhala la autora, muerte y génesis de la casa habitada de la lírica.

            Sorprende, igualmente, la multiplicidad de accesos que surgen del libro, y sin aportar una visión laberíntica al mismo. Pareciera que pudiéramos entrar por la puerta principal, de haberla, porque todo es un esplendor de caminos laterales, o más bien subterráneos. Abrir el libro y conectar, pensar como sentir, nadar como bailar, mayúsculas como minúsculas. Delicias de una urdimbre que hace espejear a todos los textos contenidos en el texto con esos mismos textos y con textos con contextos que el libro no sólo nombra sino que moldea desde dentro como pudieran hacer la mitocrítica o Lacan, a modo de una problemática Historia de la poesía en el giro del efecto 2000. De hecho, si alguien me pregunta qué leer para empezar a entender de qué va esto de la poesía en nuestros días, m-Talá sería un buen libro al que remitirle, pues la cuestión postmoderna está en él inscrita como ese gesto de intento de reescritura sobre lo ya escrito-impuesto, e igual la opción de lo mágico como asidero después de tanta manufactura y tal pérdida de lo invisible, y así el canon, y la tra(d)ición:

LA LENGUA ES PRODUCCIÓN, la lengua produce, produce

COMUNICACIÓN, PRODUCE PENSAMIENTO, PRODUCE

CAPACIDAD POÉTICA, produce ganancia y beneficio, NOS

PRODUCE como HUMANOS, nos produce como FELICIDAD

 

La lengua es PRODUCCIÓN, de ahí los intentos del CAPITAL por

PRIVATIZAR la lengua, por dejarnos SIN PALABRAS

                                        (pág. 37)

            Tal vez para responder a esa sensación de “dejarnos SIN PALABRAS” que produce el sistema en nuestro fuero más íntimo, m-Talá se constituye como un dispositivo torrencial de motivos, temas y formas tan variopintos y tan a mansalva justamente para no verse vendido al mejor postor –ni tampoco encontrarse por sorpresa en un mercado de baratijas, por mucho que nos erotice la imagen–, planteándose como un texto de radical resistencia. Su capacidad perlocutiva, porque mucho de lo aquí reunido se eleva a escena, es una fuente de agua clara y en constante fluir que nos invita a pensar en superar la lengua por la lengua misma, hasta considerar más valioso el silencio después de las palabras que el silencio anterior a ellas. Será que tenemos que participar en dicha conversación infinita por la sola fuerza del amor al lenguaje y sin vergüenza ante nuestro atesorado don, perspectiva del mismo contraria a la reificación del mundo. Y es que “nuestra historia está labrada en el granito / del que están hechos los sueños”, como rescata Chus Pato de la voz de su desaparecida amiga Belén Feliú, inicio del libro y fin del principio. Sueños a granel como una estrategia para desmantelar la crisis de un decir que no quiere verse sometido sino amplificado en la posibilidad de un instante que el libro dibuja y que se extiende hasta su consideración en términos históricos.

            Porque ¿qué se puede, aún, decir? Esto corresponde a la visión política del libro. ¿Cómo se puede decir lo que aún se puede decir? Con esto ya se inicia la estética del mismo. Tanto la visión política como la estética conviven en igual fluctuación, contenidos que las equiparan. No hay palabra inocente, el secreto se encuentra ahí, pero ya que escribimos hagámoslo de la mejor manera, dejando a la percepción crecer en raíces con mitos que ensanchen nuestra mirada de tacto sobre las cosas mismas; y sobre cada corazón maniatado por la ausencia de un lenguaje compartido. Y sin olvidar de dónde venimos, y señalando cada oscuro pasaje histórico, y siendo semilla para continuar una genealogía de vértebras como higos maduros que un niño futuro alcanzara a recoger, por ejemplo, tú o yo mismo.