Portada de la edición de Ultramarinos de 2022 que incluye m-Talá
El
lenguaje nos contiene, al modo del Shakespeare de Bloom o la revelación programática
de Wittgenstein, pero el relato que urdimos en base a ese lenguaje nos abre al
mundo. Una existencia léxica, entonces, y no siempre ordenada, en la que
nombrar no es clausurar, sino un batir de alas que dará sentido a lo que invoca
la lengua, posible en su discernimiento. En esta construcción imaginada, en esta
moneda cuyo cuño se borra en silencio al pasar de mano en mano –la metáfora es
de Mallarmé–, el ejercicio del lenguaje, lo material, la producción de la
lengua, hoy se relaciona, y la autora lo sabe en conciencia, con el Capital, el
poder, la instrumentación y los usos utilitarios de la misma. Y tiene fecha, u
origen, en los diferentes debates sobre la capacidad de la lengua para
significar, y más aún en pleno año 2000, con el cambio de siglo (y de milenio,
si se quiere), que es donde se ubica m-Talá, la obra maestra de Chus
Pato (Ourense, 1955), flamante Premio Nacional de Poesía 2024. Donde la
memoria, trabajada en palabras, vendría a ser aquello, moderno por antiguo, que
nos suena, porque así fue siempre, cuando dioses y hombres diferían
entre sí por el solo factor del tiempo. El poema, mientras tanto, se traduce
como el resultado del aprendizaje universal de las relaciones causales desde
las estructuras estéticas; una forma más allá de lo discursivo que atenta
contra las normas que la lengua genera en su puesta en acción antes de
devaluarse, y donde caben leyendas, relatos, sueños, conversaciones, epifanías y
la cultura como vía de amistad y convivencia. Todo esto respira en este libro fundacional,
esencial, de la poeta gallega, y que la editorial Ultramarinos publicó en 2022 con
traducción de Gonzalo Hermo y prólogo de Alba Cid dentro de un ambicioso
proyecto de publicación en marcha de su Poesía Reunida –en su lengua
original lo editó Ediciones Xerais en el citado año 2000–, que a día de hoy va
por el Volumen VII, en el que se incluye Sonora, libro-motivo del
galardón.
Y aunque tengamos efectivamente el
libro entre las manos –no, aquí no decimos mentiras– como una asunción del
presente, m-Talá supone un regreso (“madre”, veremos a solas escrito en
las últimas páginas), que a su vez es un arte poética para el siglo venidero. Un
viaje, en cualquiera de los tres casos, a los instantes de lectura donde nos
encontramos con el poeta de vitalidades Lois Pereiro, un lúcido ensayo sobre el
desplazamiento del poema que bien definiría todavía la encrucijada del arte
contemporáneo o el cuerpo de Erzsébet Báthory, condesa sangrienta que Pizarnik
elevó a protagonista en un relato. Así, Chus Pato nos invita a leer de otra
manera, hasta hacer de la lectura una experiencia estética, hilo rojo de las
adversidades, conjugación de lo plural, acopio del virtuosismo. Sin darnos
cuenta, estamos ya en lo patiano: una virtud para y con la lengua que
podría ser azar como quisieron los surrealistas pero que en ella vira hacia un
lugar sapiencial, humano siempre, y bello o crudo o intertextual o revelado, y donde
el lenguaje es experimentado como espacio de conocimiento con un alto sentido
de la estructura y forma en que éste se dota y discurre. En esta dirección,
cabe recalcar la polifonía constante, de los textos añadidos unos a otros como
si fueran injertos a los diálogos en forma de pequeñas piezas teatrales, que no
hacen sino enriquecer dicha experiencia lectora en camino a una concepción
maleable del idioma. Todo gobernado por una sensibilidad que atesora los
límites de la dicción, y una audaz inteligencia que se pone de relieve
justamente en la conjugación de dichos materiales dispares. Que la estirpe principal
del desacato la conformen Artaud, Lautréamont, Kafka y Rimbaud –póker de
malditos–, pero que el espacio intocable, definitivo, gracias al cual nos es
posible seguir las huellas, sea para las mujeres y para la historia de las
mujeres, protagonistas en prosa del alma revolucionaria que exhala la autora, muerte
y génesis de la casa habitada de la lírica.
Sorprende, igualmente, la
multiplicidad de accesos que surgen del libro, y sin aportar una visión
laberíntica al mismo. Pareciera que pudiéramos entrar por la puerta principal, de
haberla, porque todo es un esplendor de caminos laterales, o más bien
subterráneos. Abrir el libro y conectar, pensar como sentir, nadar como bailar,
mayúsculas como minúsculas. Delicias de una urdimbre que hace espejear a todos
los textos contenidos en el texto con esos mismos textos y con textos con
contextos que el libro no sólo nombra sino que moldea desde dentro como
pudieran hacer la mitocrítica o Lacan, a modo de una problemática Historia
de la poesía en el giro del efecto 2000. De hecho, si alguien me pregunta
qué leer para empezar a entender de qué va esto de la poesía en nuestros días, m-Talá
sería un buen libro al que remitirle, pues la cuestión postmoderna está en él
inscrita como ese gesto de intento de reescritura sobre lo ya escrito-impuesto,
e igual la opción de lo mágico como asidero después de tanta manufactura y tal
pérdida de lo invisible, y así el canon, y la tra(d)ición:
LA LENGUA ES PRODUCCIÓN, la lengua produce,
produce
COMUNICACIÓN, PRODUCE PENSAMIENTO, PRODUCE
CAPACIDAD POÉTICA, produce ganancia y
beneficio, NOS
PRODUCE como HUMANOS, nos produce como
FELICIDAD
La lengua es PRODUCCIÓN, de ahí los
intentos del CAPITAL por
PRIVATIZAR la lengua, por dejarnos SIN
PALABRAS
(pág. 37)
Tal vez para responder a esa
sensación de “dejarnos SIN PALABRAS” que produce el sistema en nuestro fuero
más íntimo, m-Talá se constituye como un dispositivo torrencial de motivos,
temas y formas tan variopintos y tan a mansalva justamente para no verse
vendido al mejor postor –ni tampoco encontrarse por sorpresa en un mercado de
baratijas, por mucho que nos erotice la imagen–, planteándose como un texto de
radical resistencia. Su capacidad perlocutiva, porque mucho de lo aquí reunido
se eleva a escena, es una fuente de agua clara y en constante fluir que nos
invita a pensar en superar la lengua por la lengua misma, hasta considerar más
valioso el silencio después de las palabras que el silencio anterior a ellas. Será
que tenemos que participar en dicha conversación infinita por la sola fuerza
del amor al lenguaje y sin vergüenza ante nuestro atesorado don, perspectiva
del mismo contraria a la reificación del mundo. Y es que “nuestra historia está
labrada en el granito / del que están hechos los sueños”, como rescata Chus
Pato de la voz de su desaparecida amiga Belén Feliú, inicio del libro y fin del
principio. Sueños a granel como una estrategia para desmantelar la crisis de un
decir que no quiere verse sometido sino amplificado en la posibilidad de un instante
que el libro dibuja y que se extiende hasta su consideración en términos
históricos.
Porque ¿qué se puede, aún, decir? Esto
corresponde a la visión política del libro. ¿Cómo se puede decir lo que aún se
puede decir? Con esto ya se inicia la estética del mismo. Tanto la visión
política como la estética conviven en igual fluctuación, contenidos que las
equiparan. No hay palabra inocente, el secreto se encuentra ahí, pero ya que
escribimos hagámoslo de la mejor manera, dejando a la percepción crecer en
raíces con mitos que ensanchen nuestra mirada de tacto sobre las cosas mismas;
y sobre cada corazón maniatado por la ausencia de un lenguaje compartido. Y sin
olvidar de dónde venimos, y señalando cada oscuro pasaje histórico, y siendo semilla
para continuar una genealogía de vértebras como higos maduros que un niño
futuro alcanzara a recoger, por ejemplo, tú o yo mismo.