1
DOS
ANÉCDOTAS QUE CONDUCEN A PRAM, Y QUE
PODRÍAN HABER SIDO OTRAS, PUES A PRAM
TODO CONDUCE, INCLUIDO PRAM
Un verano, en un taller, nos
entregaron a veinte personas y a mí dos piezas de cartulina y un A4 para crear
un cuento ilustrado en conjunto. Los recortes eran un rectángulo verde y un
círculo amarillo. El círculo amarillo debía ser un pájaro sí o sí, y se podía
colocar en cualquier parte dentro del folio; el rectángulo verde, en cambio,
era un utensilio: su función era la de servir de medidor al colocarlo en los
vértices inferiores izquierdo y derecho y hacer una marca donde terminara, una
táctica que cobró sentido después cuando, al terminar el tiempo para dibujar,
la profesora nos instó a todos a colocar los folios en horizontal en una
pizarra uno al lado de otro creando así una línea de tiempo, donde el pájaro
aparecía ahora una vez por viñeta y la narración quedaba alineada, gracias a
esas dos marcas que todos habíamos tenido como seña.
(Si el pensamiento tuviera edad, pudiéndose acotar su
línea de tiempo, el discurso generado de ese flujo entonces con bastón daría
lugar a segmentos, más infantiles o más maduros en su cognición, fragmentos que
para nosotros, eligiéndolos por unas u otras razones, arrojarían una luz
significativa sobre su totalidad, a la que de un modo u otro se deben. Allí
habría momentos de bajeza, otros serían más ilusionados, existiría lugar para
la sabiduría. En este sentido, el libro de Pablo Cortina es la gramática de un
pensamiento, pero no exactamente anclada al yo; una desfiguración que,
paradójicamente, no niega el hecho de que sea un pensamiento encarnado, pues la
sarta perfecta de disparos sobre literatura y tiempo hacen imposible no
elucubrar sobre una investigación personal, configurada como un copo. Al mismo
tiempo, dicho discurso parece el acta empática de un ágora, no un juego
individual.)
A cenar vinieron a casa dos amigos que llevaba ocho años
sin ver. No voy a contar la historia entera porque esto es una crítica
literaria, y no sería coherente, pero el espacio después del = es que a la
mañana siguiente tenía en mi poder el mechero de Juan, el compañero de Lucía.
El mechero es el quid de la cuestión, ya que era un clipper con el dibujo de un
tiburón debajo de un barco, dirigiéndose hacia éste con la dentadura bien preparada:
imposible no pensar en Tiburón. Pues
bien, la cosa es que un buen amigo me había dicho unos días antes que había
escuchado un podcast donde hablaban de Tiburón
y un artista contemporáneo decía al hilo que la había visto treinta veces
porque quería saber de dónde provenía exactamente el poder de esa película y la
importancia que había generado en nuestro imaginario. La cosa paró ahí. Fue dos
días después, comiendo con Daniela, Paula y Julia, tres magas, que traje la
anécdota ya metaanécdota del mechero, y Julia empezó a hablar de Lacan, porque
también ella había escuchado en un podcast que un escritor había interpretado
al tiburón de Tiburón como “lo real”.
Ahí conversamos largo de “lo real” en Mandíbula
y luego me fui por ahí a una librería de viejo, para ver a una curiosa pareja
hacia la tarde-noche.
(Pram es una instancia que rige el devenir del texto,
desde la inmaterialidad del afuera hacia la materialidad del adentro. Pese a
que le corresponda un nombre, y acontezca por tanto, esconde una configuración compleja
y de difícil categorización. En Pram,
Pram puede ser al mismo tiempo una figura divina que recuerda al lector su
importancia y un rostro amigo o enemigo, con el que se convive. Pram,
realmente, no se puede definir, acotar ni tampoco domar: su don es el espacio
que provoca. Es el signo de la literatura que hace posible la literatura; es la
empatía a través de la cual cuatro letras (p, r, a, m) convergen, siendo por
tanto comunicables; es la onomatopeya de un niño y un niño que conoce las
onomatopeyas, empleándolas como un juego; es el recuerdo también de un poeta
que se sirve de su cadencia para poder generar música; es lo que afianza el
matiz que obsesiona a Pablo Cortina; es la llave de una temporalidad generada
que aparece para llevar al lector a la ironía y la burla, pero también a la
seguridad de un modelaje sutil; es eso de lo que hablaba Lacan, remasterizado,
pero aquí ligero como el peso de aquel que ha conocido los símbolos y la fábula
y le han nutrido, sin terror; es, en definitiva, el abracadabra gracias al cual se nos permite pensar la estructura.)
2
ARTES
POÉTICAS: PRAM ES ENTREVISTADO POR UN
COMPARATISTA
Pablo Cortina sabe cómo se
construyen los espejos, al igual que Ashbery en Autorretrato en espejo convexo. ¿Es Pram, si lo pensamos así, una
imagen imborrable, un suceso de fijación y este libro una écfrasis? Igual es
raro, pero la escritura a pico y cincel de Magistral,
de Rubén Martín Giráldez, me trae aquí por metáfora también, por cómo en sendos
textos la palabra misma, dinamitándose, realiza su cuerpo. Y como lema, cuando
el poeta recuerda su hacer al del torrente, imposible no pensar en Pedro
Casariego, que al respecto decía: “Mi forma de escribir es la
imitación del torrente. Consiste simplemente en abrir un grifo y dejar que
manen de ese grifo todos los líquidos y todos los cantos químicos posibles,
tratando de hacer acopio de imágenes, robando palabras a los periódicos,
expresiones a las gentes, términos a los diccionarios”. En este sentido, hay artes
poéticas en algunos tramos, como a continuación:
Todo
escritor debe tener
un
punto más de audacia que de talento.
De
talento
que
de lucidez.
De
lucidez que de suerte.
-
Pram –
¿La
droga ayuda a la audacia creativa?
¿Cualquier
droga?
¿Cuáles
son las características de un poeta?
-
Pram –
Sinestesia.
No
ceder a los tópicos.
o
No
la verdad, ni una ética concreta,
el
principal atributo del poeta es la empatía,
la
facultad de vivir en otras cavidades,
de
amoldarse en el hueco de una flor,
sentir
el viento entre los pétalos,
y
no decir tan solo ¡lo bonito
que
es aquel paisaje!
-
Pram –
Luego
escribir, quizá, tan solo, lo bonito que es aquel paisaje.
En
cualquier caso, queda retratada la obsesión de una escritura haciéndose,
como pensaban algunos filósofos y teóricos de la literatura. Todo eso sumado a
la juerga de algunas escrituras latinoamericanas, aunque sin el énfasis en una
intertextualidad que podría someter la dicción. Con todo, son notorias las
referencias cultas, dispares y sentimentales, desde Glenn Gould a Leibniz a
Supertramp a Wittgenstein a Gaiane Pogossova (maestra y ángel de la guarda del
poeta, músico y slammer): tejido posmoderno en su mejor acepción.
3
LO QUE HAY (AÑADIDOS AL VÍDEO DE COÑA [0:42] DE LA FLOR ABRIÉNDOSE)
El
flujo de conciencia de un poeta es lo que tiene. Pablo Cortina es alguien a
quien le seducen las ideas, aunque también las imágenes, pero sobremanera cómo
se dicen, poetizan o exploran dichas formas. Atento a los equilibrios de la
lengua, el escritor asturiano piensa elegantemente, amparado en el metrónomo
que es Pram, entregando al lector/escuchante curiosas joyas, desniveles
también, trozos de vivencias y, siempre, dardos como visiones. Así, en este
libro entra la música, el amor por su entorno personal, el Big Bang, la época,
la moralina, qué demonios es un poeta, todo lo que de alguna manera puede
atacarse con el pensamiento. Este ataque, es una idea que repito mucho, aquí es
erótico y no pornográfico: contornea lo que señorea a su paso, pese a no dejar
de lado la claridad expositiva. No hay, por tanto, a veces, mesura, pese a que
el estilo, en su taller, revele finalmente ámbitos pulidos. Lo más difícil para
el lector de Pram, al que el escritor toma EN CUENTA y EN SERIO con
constantes guiños, rompiendo la tela roja del teatro, es el hecho de elegir
entre dejarse trasladar desde su centro gracias a cierta amabilidad literaria
pero también comprender la pelea, la guerrilla que el autor de este libro
decidió emprender como llave de la comunicación. Espacio hay, por ello, para
momentos tensos, donde el escritor parece haberse cansado de un registro que
siempre trata de descentrar para no caer en las aldeas del aburrimiento, aunque
sepamos ya, en esta página 41, que estamos jugando, en serio pero jugando:
¿Cuándo
seré capaz
de
no decir que no quiero
decir
lo que no quiero?
¿Cuándo
podré confiar?
Ese
es mi simple intento.
-
Pram –
Tampoco
voy a poner un montón de frasecitas
en
adorno de vuestras tardes asexuadas,
para
que se os caigan de la boca
al
foulard, mecidas por el viento
de
la música. Extraviadas en la atmósfera
de
Schubert y metano en vuestras casas
forradas
de pladur y de acuarela.
No.
Soy
un ser viviente, no una urna
votiva
repleta de ceniza.
Y
aspiro a ser descuartizado a plena luz del día,
como
tú, amigo mío.
-
Pram –
La
verdad que siempre quiso conquistar la poesía aquí mide sus fuerzas con la
radicalidad de un relato que se sabe capaz de seducir a todos pese a todo y
donde la mentira no se da, pero sí tal vez cierta ficción. Amparado en el
desdoblamiento, el poeta se permite viajar de un lado a otro solo acompañado
por la validez de su rastro, que sirve de guía para nosotros, ahora testigos de
la hermosa trampa. “¡No hay nada que no me guste!”, espeta el lector. ¿Por qué?
¡Porque el nacimiento del lector es la muerte del autor, Pablo Cortina sabe
todo lo que dijo Barthes y Pram es el rarísimo juez de su diálogo abierto, nunca
destinado a su cerrazón! Creo que esto último es una clave…
4
PRAM COMO
PROVOCACIÓN EN MITAD DEL RARO PARADIGMA
En el
bum (así lo denomina el escritor asturiano) de la sentimentalidad individualizada e individualizadora, con la amargura
de los viejos ante aquellos que no respetan las actitudes cívicas ni osan encumbrar la memoria, Pram aparece con su cubierta negra y sus triples
paseantes, dentro del regreso de la poesía oral y con una generación de poetas,
la de Pablo Cortina y la que le antecede, donde la experimentación ocupa un
lugar clave, madera desde la que hablar. Más metonímico que metafórico, la
mente que urde el velo de viento de este libro es la de alguien consciente de
las escrituras de hoy, donde publicar poco ya sería publicar mucho. Como
género, categoría hoy desdibujada en favor del hibridismo, aquí hay épica pop,
lírica de la razón y discurso político en sutil clave, siempre desde la presencia
del lenguaje, verdadero origen y destino de su configuración. Ágil, metapoético y melancólico no como Durero, esta obra nos recuerda la mejor cualidad de
un poeta: la de saber leer los códigos de la realidad para literatulizarla. ¡Pero
a veces, por desgracia, no tenemos tiempo ni siquiera para la osadía! Jaja,
escribe Pablo Cortina. 2ja=/ 1 risa franca, sin pasarse,/ sin hacer la
pelota, sin parecer idiota. Amén.