21 de julio de 2019

UNA INVOCACIÓN NECESARIA: "Pram" (Ediciones Paralelo, 2018), de Pablo Cortina



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DOS ANÉCDOTAS QUE CONDUCEN A PRAM, Y QUE PODRÍAN HABER SIDO OTRAS, PUES A PRAM TODO CONDUCE, INCLUIDO PRAM

Un verano, en un taller, nos entregaron a veinte personas y a mí dos piezas de cartulina y un A4 para crear un cuento ilustrado en conjunto. Los recortes eran un rectángulo verde y un círculo amarillo. El círculo amarillo debía ser un pájaro sí o sí, y se podía colocar en cualquier parte dentro del folio; el rectángulo verde, en cambio, era un utensilio: su función era la de servir de medidor al colocarlo en los vértices inferiores izquierdo y derecho y hacer una marca donde terminara, una táctica que cobró sentido después cuando, al terminar el tiempo para dibujar, la profesora nos instó a todos a colocar los folios en horizontal en una pizarra uno al lado de otro creando así una línea de tiempo, donde el pájaro aparecía ahora una vez por viñeta y la narración quedaba alineada, gracias a esas dos marcas que todos habíamos tenido como seña.
            (Si el pensamiento tuviera edad, pudiéndose acotar su línea de tiempo, el discurso generado de ese flujo entonces con bastón daría lugar a segmentos, más infantiles o más maduros en su cognición, fragmentos que para nosotros, eligiéndolos por unas u otras razones, arrojarían una luz significativa sobre su totalidad, a la que de un modo u otro se deben. Allí habría momentos de bajeza, otros serían más ilusionados, existiría lugar para la sabiduría. En este sentido, el libro de Pablo Cortina es la gramática de un pensamiento, pero no exactamente anclada al yo; una desfiguración que, paradójicamente, no niega el hecho de que sea un pensamiento encarnado, pues la sarta perfecta de disparos sobre literatura y tiempo hacen imposible no elucubrar sobre una investigación personal, configurada como un copo. Al mismo tiempo, dicho discurso parece el acta empática de un ágora, no un juego individual.)
            A cenar vinieron a casa dos amigos que llevaba ocho años sin ver. No voy a contar la historia entera porque esto es una crítica literaria, y no sería coherente, pero el espacio después del = es que a la mañana siguiente tenía en mi poder el mechero de Juan, el compañero de Lucía. El mechero es el quid de la cuestión, ya que era un clipper con el dibujo de un tiburón debajo de un barco, dirigiéndose hacia éste con la dentadura bien preparada: imposible no pensar en Tiburón. Pues bien, la cosa es que un buen amigo me había dicho unos días antes que había escuchado un podcast donde hablaban de Tiburón y un artista contemporáneo decía al hilo que la había visto treinta veces porque quería saber de dónde provenía exactamente el poder de esa película y la importancia que había generado en nuestro imaginario. La cosa paró ahí. Fue dos días después, comiendo con Daniela, Paula y Julia, tres magas, que traje la anécdota ya metaanécdota del mechero, y Julia empezó a hablar de Lacan, porque también ella había escuchado en un podcast que un escritor había interpretado al tiburón de Tiburón como “lo real”. Ahí conversamos largo de “lo real” en Mandíbula y luego me fui por ahí a una librería de viejo, para ver a una curiosa pareja hacia la tarde-noche.
            (Pram es una instancia que rige el devenir del texto, desde la inmaterialidad del afuera hacia la materialidad del adentro. Pese a que le corresponda un nombre, y acontezca por tanto, esconde una configuración compleja y de difícil categorización. En Pram, Pram puede ser al mismo tiempo una figura divina que recuerda al lector su importancia y un rostro amigo o enemigo, con el que se convive. Pram, realmente, no se puede definir, acotar ni tampoco domar: su don es el espacio que provoca. Es el signo de la literatura que hace posible la literatura; es la empatía a través de la cual cuatro letras (p, r, a, m) convergen, siendo por tanto comunicables; es la onomatopeya de un niño y un niño que conoce las onomatopeyas, empleándolas como un juego; es el recuerdo también de un poeta que se sirve de su cadencia para poder generar música; es lo que afianza el matiz que obsesiona a Pablo Cortina; es la llave de una temporalidad generada que aparece para llevar al lector a la ironía y la burla, pero también a la seguridad de un modelaje sutil; es eso de lo que hablaba Lacan, remasterizado, pero aquí ligero como el peso de aquel que ha conocido los símbolos y la fábula y le han nutrido, sin terror; es, en definitiva, el abracadabra gracias al cual se nos permite pensar la estructura.)

2
ARTES POÉTICAS: PRAM ES ENTREVISTADO POR UN COMPARATISTA

Pablo Cortina sabe cómo se construyen los espejos, al igual que Ashbery en Autorretrato en espejo convexo. ¿Es Pram, si lo pensamos así, una imagen imborrable, un suceso de fijación y este libro una écfrasis? Igual es raro, pero la escritura a pico y cincel de Magistral, de Rubén Martín Giráldez, me trae aquí por metáfora también, por cómo en sendos textos la palabra misma, dinamitándose, realiza su cuerpo. Y como lema, cuando el poeta recuerda su hacer al del torrente, imposible no pensar en Pedro Casariego, que al respecto decía: “Mi forma de escribir es la imitación del torrente. Consiste simplemente en abrir un grifo y dejar que manen de ese grifo todos los líquidos y todos los cantos químicos posibles, tratando de hacer acopio de imágenes, robando palabras a los periódicos, expresiones a las gentes, términos a los diccionarios”. En este sentido, hay artes poéticas en algunos tramos, como a continuación:

Todo escritor debe tener
un punto más de audacia que de talento.
De talento
que de lucidez.
De lucidez que de suerte.
- Pram –
¿La droga ayuda a la audacia creativa?
¿Cualquier droga?
¿Cuáles son las características de un poeta?
- Pram –
Sinestesia.
No ceder a los tópicos.

o

No la verdad, ni una ética concreta,
el principal atributo del poeta es la empatía,
la facultad de vivir en otras cavidades,
de amoldarse en el hueco de una flor,
sentir el viento entre los pétalos,
y no decir tan solo ¡lo bonito
que es aquel paisaje!
- Pram –
Luego escribir, quizá, tan solo, lo bonito que es aquel paisaje.

En cualquier caso, queda retratada la obsesión de una escritura haciéndose, como pensaban algunos filósofos y teóricos de la literatura. Todo eso sumado a la juerga de algunas escrituras latinoamericanas, aunque sin el énfasis en una intertextualidad que podría someter la dicción. Con todo, son notorias las referencias cultas, dispares y sentimentales, desde Glenn Gould a Leibniz a Supertramp a Wittgenstein a Gaiane Pogossova (maestra y ángel de la guarda del poeta, músico y slammer): tejido posmoderno en su mejor acepción.

3
LO QUE HAY (AÑADIDOS AL VÍDEO DE COÑA [0:42] DE LA FLOR ABRIÉNDOSE)

El flujo de conciencia de un poeta es lo que tiene. Pablo Cortina es alguien a quien le seducen las ideas, aunque también las imágenes, pero sobremanera cómo se dicen, poetizan o exploran dichas formas. Atento a los equilibrios de la lengua, el escritor asturiano piensa elegantemente, amparado en el metrónomo que es Pram, entregando al lector/escuchante curiosas joyas, desniveles también, trozos de vivencias y, siempre, dardos como visiones. Así, en este libro entra la música, el amor por su entorno personal, el Big Bang, la época, la moralina, qué demonios es un poeta, todo lo que de alguna manera puede atacarse con el pensamiento. Este ataque, es una idea que repito mucho, aquí es erótico y no pornográfico: contornea lo que señorea a su paso, pese a no dejar de lado la claridad expositiva. No hay, por tanto, a veces, mesura, pese a que el estilo, en su taller, revele finalmente ámbitos pulidos. Lo más difícil para el lector de Pram, al que el escritor toma EN CUENTA y EN SERIO con constantes guiños, rompiendo la tela roja del teatro, es el hecho de elegir entre dejarse trasladar desde su centro gracias a cierta amabilidad literaria pero también comprender la pelea, la guerrilla que el autor de este libro decidió emprender como llave de la comunicación. Espacio hay, por ello, para momentos tensos, donde el escritor parece haberse cansado de un registro que siempre trata de descentrar para no caer en las aldeas del aburrimiento, aunque sepamos ya, en esta página 41, que estamos jugando, en serio pero jugando:

¿Cuándo seré capaz
de no decir que no quiero
decir lo que no quiero?
¿Cuándo podré confiar?
Ese es mi simple intento.
- Pram –
Tampoco voy a poner un montón de frasecitas
en adorno de vuestras tardes asexuadas,
para que se os caigan de la boca
al foulard, mecidas por el viento
de la música. Extraviadas en la atmósfera
de Schubert y metano en vuestras casas
forradas de pladur y de acuarela.
No.
Soy un ser viviente, no una urna
votiva repleta de ceniza.
Y aspiro a ser descuartizado a plena luz del día,
como tú, amigo mío.
- Pram –

La verdad que siempre quiso conquistar la poesía aquí mide sus fuerzas con la radicalidad de un relato que se sabe capaz de seducir a todos pese a todo y donde la mentira no se da, pero sí tal vez cierta ficción. Amparado en el desdoblamiento, el poeta se permite viajar de un lado a otro solo acompañado por la validez de su rastro, que sirve de guía para nosotros, ahora testigos de la hermosa trampa. “¡No hay nada que no me guste!”, espeta el lector. ¿Por qué? ¡Porque el nacimiento del lector es la muerte del autor, Pablo Cortina sabe todo lo que dijo Barthes y Pram es el rarísimo juez de su diálogo abierto, nunca destinado a su cerrazón! Creo que esto último es una clave…

4
PRAM COMO PROVOCACIÓN EN MITAD DEL RARO PARADIGMA

En el bum (así lo denomina el escritor asturiano) de la sentimentalidad individualizada e individualizadora, con la amargura de los viejos ante aquellos que no respetan las actitudes cívicas ni osan encumbrar la memoria, Pram aparece con su cubierta negra y sus triples paseantes, dentro del regreso de la poesía oral y con una generación de poetas, la de Pablo Cortina y la que le antecede, donde la experimentación ocupa un lugar clave, madera desde la que hablar. Más metonímico que metafórico, la mente que urde el velo de viento de este libro es la de alguien consciente de las escrituras de hoy, donde publicar poco ya sería publicar mucho. Como género, categoría hoy desdibujada en favor del hibridismo, aquí hay épica pop, lírica de la razón y discurso político en sutil clave, siempre desde la presencia del lenguaje, verdadero origen y destino de su configuración. Ágil, metapoético y melancólico no como Durero, esta obra nos recuerda la mejor cualidad de un poeta: la de saber leer los códigos de la realidad para literatulizarla. ¡Pero a veces, por desgracia, no tenemos tiempo ni siquiera para la osadía! Jaja, escribe Pablo Cortina. 2ja=/ 1 risa franca, sin pasarse,/ sin hacer la pelota, sin parecer idiota. Amén.